miércoles, 9 de febrero de 2011

"Una casa no puede gastar más de lo que ingresa"

        
“Una casa no puede gastar más de lo que ingresa”. Con esta aseveración oída en diferentes sitios y a diferentes personas, los poderes políticos y económicos nos justifican los recortes sociales pasados, presentes y futuros.
         Con esta afirmación tan simplista, yo creo que todos estaremos de acuerdo. Pero voy a intentar a profundizar un poco en el trasfondo de la misma.
         Mantengamos el símil: País o Comunidad Autónoma = Casa. Todos nosotros utilizamos dos variables en nuestra vida cotidiana: ingresos y gastos. La primera parte de la variable es de la que poco oímos hablar a los poderes económicos.
         Los que tenemos nómina pretendemos mejorar los ingresos, bien a través de la promoción profesional o mediante la negociación colectiva, para que nuestra principal, yo diría única, fuente de financiación aumente o, por lo menos, no disminuya a lo largo del tiempo.
         ¿Qué ha hecho la casa común en los últimos años para mantener o incrementar su nivel de ingresos? En los años 90 vendió todo aquello que daba beneficios anuales (Argentaria, Repsol, Endesa, Telefónica, etc.), además a un precio muy ventajoso para el comprador. Se hizo lo que normalmente se dice: pan para hoy y hambre para mañana. Con ello perdimos poder económico y estratégico en sectores fundamentales de la economía. La razón: Europa lo manda (como si Francia no fuera Europa).
         No contentos con esto decidimos ingresar menos. Nos lanzamos a la loca carrera de bajar impuestos. La guinda del pastel la puso el presidente Zapatero con la frase “bajar los impuestos es de izquierdas”. En este aspecto, y desgraciadamente en otros del ámbito económico, las diferencias PP-PSOE son escasas.
         Resultado: una presión fiscal en España en el año 2010 del 37,1% mientras la media de Alemania, Francia, Dinamarca, Bélgica, Suecia e Italia se sitúa en el 43,3%.
         Como ahora resulta difícil actuar sobre los ingresos (volviendo a instaurar el impuesto de patrimonio, gravando los movimientos especulativos del capital, metiendo en cintura a las Sicav o con una mayor progresividad en el IRPF) se ataca a los gastos.
         Nos acusan de manirrotos, de haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Y lógicamente este despilfarro, como le ocurre a la cigarra del cuento, se paga cuando ha llegado el duro invierno de la crisis. Pero lo que veo a mi alrededor es gente trabajadora que está pagando duramente haberse sumergido levemente en la “ola del consumismo”, mientras los "tiburones" siguen sumergidos tranquilamente sin pasar dificultades. En Navarra son 45.000 personas en desempleo, ha aumentado exponencialmente los que cobran el subsidio de desempleo, son más 17000 los perceptores de renta básica, asistimos a desahucios de vivienda y además deben seguir pagando al Banco.
         Para mí esto durísimo. Perder tu casa, tu hogar, años de esfuerzos económicos esfumados.
         En nuestra mentalidad percibíamos a nuestra casa, además de la condición de hogar, un valor de inversión para nuestro futuro. Muchos se han visto envueltos en esa locura inmobiliaria de aumento del valor de las viviendas y de la concesión de créditos fáciles que agravados con la crisis económica han provocado la tormenta perfecta.
         Mientras tanto algunos de estos moralizadores de lo ajeno, gastan de lo común, según ellos invierten productivamente, millones de euros en un “necesario” circuito de velocidad (por lo menos esperemos que una vez que ya está hecho funcione bien) o se encuentran debajo de la alfombra 111 millones de euros (según ellos gracias a su buena gestión). Mientras miles de empleados públicos ven recortados sus salarios o cientos de familias dependen de Cáritas para poder cobrar a tiempo en dinero de la Renta Básica del Gobierno de Navarra.
         Necesitamos reorganizar nuestros ingresos y gastos, aumentando las dos variables para tener una casa agradable en las que la mayoría nos sentamos cómodos. Hay alternativas para una reforma fiscal que incidan en una mayor progresividad y, por tanto, equidad social, recuperando figuras tributarias suprimidas en la etapa previa a la crisis. La Europa más avanzada socialmente es nuestro espejo donde mirarnos.

1 comentario:

  1. Erase una vez que una madre de dió a su hijo 80 pesetas, 35 para la leche y 45 para el pan. El caso es que el chaval en cada mano llevaba las dos cantidades. Tropezó y volvió a casa llorando: Es que ahora no sé cuales son las pesetas del pan y cuales de la leche.

    Averiguar la moraleja comparándola con los Presupuestos Generales.

    ResponderEliminar