viernes, 18 de febrero de 2011

Con la comida no se juega.

       “La idea es que no se permita las transacciones abiertas o electrónicas en la que los alimentos son considerados activos financieros por que esto repercute negativamente en el bienestar de los pueblos” con esta frase se dirigió Leonel Fernández, presidente de la República Dominicana, a la ONU.
         Esta reflexión es muy oportuna en un momento en el que el precio de los alimentos ha superado su mayor record histórico. Aumento, que sin ser tan trágico como el producido durante la crisis de 2007/2008, sitúa a millones de personas en un riesgo aún mayor de hambruna.
         Para alguna de las razones que influyen en esta alza, se utilizan explicaciones coyunturales (clima, crisis políticas en los países árabes, etc.), pero otras se están convirtiendo en estructurales (uso de biocombustibles, mala distribución de la propiedad de la tierra, criterios comerciales fijados por la OMC o la especulación sobre las materias primas).
         Este último aspecto está tomando cada día más importancia. Los especuladores después de la hipotecas subprime y los ataques más fuertes a las deudas soberanas de los países han puesto sus ojos, con más fiereza que antaño, en los mercados de materias primas, especialmente los mercados alimentarios.
         Desde la Bolsa de Chicago, el mercado de futuro, los fondos de inversión y los grandes patrimonios deciden, con el único argumento del beneficio inmediato, el futuro alimentario de millones y millones de personas. El uso de granos alimentarios, como moneda de cambio en la Bolsa, se estima que fue el responsable del 30% de las alzas de precios de 2008. Como ejemplo, según la FAO, el precio del arroz, sustento para miles de familias empobrecidas en todo el mundo, subió un 74%.
         Los expertos están avisados de la necesidad de la regulación. Ya hemos sufrido en esta crisis financiera, que los “Mercados” no son capaces de autorregularse. Su voracidad va en su ADN (como en la fábula de la rana y el escorpión).
         ¡Estamos avisados!.... y como dice Stephane Hessel: “Indignémonos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario