domingo, 26 de junio de 2011

Puntos de encuentro


                En torno al debate de investidura de Yolanda Barcina como Presidenta del Gobierno de Navarra se ha reabierto un debate que para el futuro del Estado de bienestar en nuestra comunidad es fundamental. Me refiero al debate fiscal.
                La consecución de un política fiscal más justa y progresiva donde sea cierto el axioma a mayor riqueza mayor pago sea una realidad está presente en los documentos y en los debates del 15M.
                Desgraciadamente, excepto honrosas excepciones, este debate ha estado prácticamente ausente en la campaña electoral.
                Este sábado leyendo la prensa he visto unas reseñas informativas de dos informes aprobados separadamente por UGT y CCOO de Navarra. En el documento presentado por Juan Goyén, secretario general de UGT, se ha defendido como necesaria una reforma fiscal en profundidad, que asegure la generación de recursos suficientes con los que mantener el Estado de bienestar.
                En la misma línea CCOO ha defendido como necesaria una reforma fiscal en profundidad, que garantice los ingresos suficientes por parte de la Administración, de ahí la necesidad de hacer reformas en la Política Fiscal impulsando una recaudación más justa y equitativa. CCOO insiste que hay márgenes para recaudar más y de forma más progresiva donde hagan más esfuerzo las personas que más tienen y menos las más necesitadas.
                Mientras estos sindicatos, movimientos sociales y partidos de izquierda reclamaban un debate sobre este aspecto tan fundamental para nuestro desarrollo como comunidad equilibrada y solidaria, en el acuerdo de Gobierno UPN-PSN se leía un concepto, que por lo menos para mí es novedoso, el “sistema fiscal justo y competitivo”. Este uso del término  frente al más conocido e ideológicamente más claro de  progresividad fiscalidad es una prueba más del uso del lenguaje en la política. Ya nos hemos acostumbrado a utilizar alivio fiscal frente a reducción de impuestos o  flexibilidad cuando quieren decir desregulación.
                Esta desnaturalización de las palabras no debe ocultar que detrás de estos conceptos se esconden modelos ideológicos distintos. Creo que se debe exigir a los políticos que sean claros en explicar a la ciudadanía qué es lo que realmente quieren hacer después de las palabras dulcificadas.
                Sería un buen reto, más allá de estrategias diferenciadas, que todas aquellas organizaciones que comparten la necesidad de crear un sistema fiscal más justo fueran capaces de fijar puntos de encuentro.

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