miércoles, 27 de abril de 2011

Cuando estar de acuerdo no es suficiente.

La necesidad de fijar algún tipo de tasa que grave las transacciones financieras y que permita una globalización más justa al poder disponer de más recursos para destinar a fines sociales, ha saltado del discurso de las ONG para instalarse en los discursos de las instituciones.
Es habitual leer y escuchar a líderes políticos y económicos como Strauss-Kahn (presidente del FMI), Sarkozy (presidente de Francia, Jeffrey Sachs (de la Universidad de Columbia) y un largo etcétera sobre la necesidad de la regulación de los mercados. Incluso algunos países como Reino Unido o Brasil ya han comenzado a implantar tasas sobre determinadas operaciones financieras.
La Unión Europea ha aprobado la implantación de una tasa de transacciones financieras pero la supeditó a un acuerdo con los países de G20. Y aquí se acabó el acuerdo y por tanto su desarrollo.
La implantación de los que se ha rebautizado como Tasa Robin, una versión de la Tasa Tobin, que gravara las transacciones financieras no minoristas cuyos ingresos se destinasen a combatir la pobreza o al cambio climático es una de las demandas que miles de economistas han trasladado al G20 para su debate y desarrollo.
Según Intermon Oxfam un tipo de gravamen del 0,05% permitiría recaudar unos 400.000 millones de dólares anuales en el mundo.
Si existe un consenso básico en la necesidad de regular los mercados y distribuir más justamente el valor de los movimientos de capital que se producen diariamente ¿por qué no se aplica?
Por un lado se aduce a problemas técnicos para su ejecución, por otro sobre qué organismo internacional debería gestionar este fondo para que sirviera a los fines que persigue.
Estos problemas son políticamente fáciles de resolver con un poco de voluntad. La tecnología ya permite registrar con certeza los movimientos financieros diarios.
La verdadera razón la señalaba el directo del Fondo Monetario Internacional, organismo difícilmente clasificable como progresista, que se refería que con la implantación de una impuesto a ciertas actividades financieras más especulativas “el péndulo de desplazaría - por lo menos un poco- del mercado hacia el Estado”.
Pero mientras no se pueda dar una solución global a este problema, se puede dar una solución desde el ámbito europeo dotando al Banco Central Europeo de la capacidad para recaudar este nuevo impuesto y distribuir estos nuevos ingresos fiscales generales.

Nota: Más información en www.intermonoxfam.org en el apartado de campañas.

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