sábado, 17 de diciembre de 2011

¡No te cuesta nada!

Generalmente cuando oímos esta frase nos echamos a temblar. Nos tememos que detrás de esta solicitud nos viene un marrón. Pensamos: “¿si no cuesta nada  por que  no lo haces  tú?”
No temáis; del tema que os voy a comentar efectivamente no os cuesta nada, casi nada. Como reciente donante de sangre, apenas dos años, me voy a encargar de daros el tostón, eso sí con cariño, para que me acompañéis en esta tarea.
A veces nos tenemos que encontrar en una situación de necesidad para apreciar lo necesario de este gesto, en otras ocasiones son las campañas de concienciación las que nos hacen acercarnos al Banco de Sangre y en otras la condición de donante  de alguien cercano. Lo de menos es la motivación que te impulse a realizar un acto como este, lo necesario es que todos lo realicemos.
En el tiempo que llevo donando sangre me he encontrado con muy buena gente. Profesionales de lo público que desde el primer momento te hacen sentirte cómodo. Te explican con claridad todo lo que supone la donación. Realizan todo el proceso con un tacto y una profesionalidad extraordinaria. Y siempre te atienden con una sonrisa. Al finalizar un refresco con un bocatica y hasta el trimestre que viene.
En estos tiempos de crisis hay actos sencillos que adquieren valor. En una tierra como la nuestra acostumbrada a la solidaridad en todas sus acepciones, que las donaciones se encuentren por encima de la media del Estado nos debe hacer llenar de satisfacción.
                Ya os he avisado en el titular: ¡No te cuesta nada!

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