miércoles, 26 de enero de 2011

El desajuste del mundo.


Estos días he finalizado de leer un libro muy interesante y que los sucesos que están ocurriendo en los países del magreb bañados por el Mediterráneo (Argelia, Túnez y Egipto) le dan una especial actualidad. La población de los países árabes necesita de actuaciones colectivas que les permita salir de su frustración. Esperemos que encuentren salidas democráticas que den respuestas a las demandas de unas poblaciones que necesitan sentirse orgullosas de dirigir sus pasos.

El ensayo “El desajuste del mundo” del escritor libanés residente en Francia, Amin Maalouf reflexiona sobre el agotamiento de nuestros modelos sociales, centrados en la pérdida de valores, el desajuste económico y financiero y el cambio climático. Pero como dice el autor: es un diagnóstico inquietante pero que desemboca en una nota de esperanza.

Para animaros a su lectura os transcribo dos partes del libro que creo muy acertadas:

“… debemos ir construyendo poco a poco una civilización común, basada en los dos principios intangibles e inseparables, que son la universalidad de los valores esenciales y la diversidad de las expresiones culturales.
         Para que no haya malentendido alguno, específico que, desde mi punto de vista, respetar una cultura es propiciar la enseñanza de la lengua en que se funda, es favorecer el conocimiento de su literatura…. A la inversa, ser complaciente con la tiranía, la opresión, la ablación… so pretexto de que proceden de otra cultura diferente, eso no es respeto, es desprecio encubierto” (pág.276)

“Aceptar a los demás no es ni más ni menos natural que rechazarlos. Reconciliar, reunir, adoptar, ganarse a alguien, pacificar son gestos voluntarios, gestos civilizados, que exigen lucidez y perseverancia; gestos que se adquieren, que se enseñan, que se cultiva. Enseñar a los hombres a vivir juntos es una larga batalla que nunca está del todo ganada. Precisa una reflexión serena, una pedagogía hábil, una legislación apropiada e instituciones adecuadas” (pág. 296).

Necesitamos reforzar nuestro valores democráticos, posiblemente reformulando las formas de actuación, y curiosidad para cercarnos a lo diferente.

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