martes, 25 de enero de 2011

CRISIS Y SOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

Hay amplia literatura sobre el origen de esta crisis, de las tribulaciones de los Estados, de las reflexiones sobre la refundación del capitalismo, del apoyo sin condiciones (por lo menos en España) al sistema financiero y, por último, del rearme del mercado y la aplicación de los gobiernos de duros recortes sociales y de profundas reformas en instituciones financieras muy asentadas en  la sociedad española (cuando publique el Gobierno sus propuesta veremos blanco  sobre negro el alcance de estas medidas).
Pero a partir de aquí, quiero reflexionar sobre los procesos, podríamos llamarlos psicológicos, que han permitido la asunción por parte de toda la ciudadanía del discurso, casi ya litúrgico, de: “medidas  que sirvan para tranquilizar al mercado”. De un mercado que, en estado casi agonizante (2008) ,solicitaba ayudas a los gobiernos y, como el mal alumno, juraban haber aprendido la lección y hacía votos de enmienda.
Mucho se está hablando de la “doctrina del shock” (Naomi Klein) como instrumento del mercado para   imponer fuertes ajustes, basados en la cultura del desastre.
Pero en España esta teoría se está imponiendo con unas características y un alcance muy importantes. Primero pasamos por las fases habituales cuando nos transmiten una mala noticia, como puede ser una grave enfermedad: negación, ¿ira?, depresión y aceptación, para convertirnos, con gran devoción, en los alumnos aventajados en la aplicación de las duras medidas de ajuste.
Mucho se ha teorizado sobre aquella semana de mayo 2010 en el que “Zapatero como San Pablo camino de Damasco vio revelado la doctrina verdadera”.
Los que me conocen ya saben que no soy precisamente un fan de Zapatero, pero me resulta inconcebible este cambio sin que el presidente haya sido objeto de una fuerte sesión de terapia de Shock.
Pero lo verdaderamente inconcebible es que hallamos asumido estas revelaciones como si de un nuevo dogma hablásemos; déficit del 3%, ajustes al 2013, mercados, reformas…
Después de la primera terapia, centrada en la reforma laboral y que ha culminado con la, para mí, vergonzosa decisión de eliminar la ayuda de los 426€ a los parados que han agotado el cobro de las prestaciones por desempleo, el gobierno ha analizado las respuestas del paciente y ha preparado la siguiente receta: reforma de las pensiones para garantizar el sistema dentro de 40 años.
Esta idea sólo es posible en una situación social de fuerte shock. Se introducen variables como verdades absolutas, especialmente las demográficas, que en otras ocasiones se han revelado como inciertas.
No se entiendan estas críticas como una negación a la necesidad de realizar reformas en el sistema de pensiones, que garanticen el futuro del mismo. El pacto de Toledo así lo ha ido realizando y dando los pasos necesarios para que actualmente más pensionistas cobren más durante más tiempo.  Pero lo que me niego a aceptar es que sean las únicas medidas para una España de dentro de 30 años y que, sólo igual que en otros aspectos económicos, se opere sobre la variable de gastos (tomemos como ejemplo las propuestas de CCOO publicadas en su web confederal).
Y ante esta situación ¿qué respuestas damos desde la política y, especialmente, desde nuestra situación de izquierda social?
Las organizaciones sociales de la clase trabajadora ya han dado sus respuestas  (Huelga General 29 septiembre, negociación pacto social…). Pasos que han sido duramente criticados (otro día ya escribiré sobre estos desafortunados ataques que el movimiento sindical ha sufrido), pero actuaciones que les han puesto en la centralidad del debate.
En cambio, la política con mayúsculas se ha convertido en un problema y no en la solución. Pero lo más grave es que esta desafección es mayor en las “clases populares”. Parecen decirnos que ante los mercados y sus exigencias hemos claudicado, que las políticas sólo sirven a este fin, que la política económica sólo busca la ciencia numérica y pierde su vocación para servir a la ciudadanía.
Debemos reivindicar la democracia, “no sólo como un sistema electoral sino como un valor de igualdad, de cambio social” (Joan Subirats). El valor de lo político, la supremacía de lo colectivo, la defensa de lo público… No es cierto que no se pueda hacer nada desde el campo de las ideas. ¡Todo es política!
Las decisiones que han permitido esta desgobernanza de los mercados financieros han sido decisiones políticas. Por ejemplo, en EEUU en 1933, después del crac del 29 se separó la banca comercial de la banca de inversión. En 1999 con Clinton en la presidencia se volvió a permitir y después de la última crisis financiera se vuelve a debatir sobre su separación. Más allá de la ley en sí, lo que quiero resaltar es que se puede influir desde la política en el mercado.
Soy optimista en que es posible el cambio; que es posible mudar las ideas, que la izquierda social y la izquierda ciudadana tiene respuesta para esta situación.
Por lo menos debemos aplicarnos a ello, en lo que a mí respecta a ello me voy a dedicar, desde la concepción clásica de que “nada de lo humano me es ajeno” (Terencio).

2 comentarios:

  1. ya estamos en ello, dentro de poco creamos el jardín donde crezca una izquierda no sectaria, y a ser posible divertida

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  2. Queda inaugurado este blog. Cuando vuelva a la piel de toro, te enlazare. Salud

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